domingo, diciembre 07, 2008

El estigma de la pobreza


¿Somos lo que vivimos o lo que vivimos nos hace?Es lo mismo no?. Hace unos días un hombre maduro, con muchos años en su rostro entró, sin apuros, a la sala de lectura de la Biblioteca y miraba todo a su alrededor ,como si fuera la primera vez,tal vez, cargado de añoranza.Se sentó y seguía mirando. Sus ojos parecían detenidos en el tiempo, supe después porqué.

Se acercó y me contó que allí estudió hasta recibirse, lo dijo emocionado, ahí entendí esa sonrisa mientras miraba alrededor.Seguramente recordó cuáles eran sus sueños de juventud, de cuando pensamos que todo está por hacerse, y que tenemos mucho tiempo por delante.Tal vez buscaba a ese joven que había olvidado ser o vino a confrontarlo para decirle que se transformó en el hombre maduro que es hoy, que no lo olvidó y que es bueno volver a los lugares donde se trabajó para serlo.

Por estos días escuché, en otro lugar, que un niño no podía hablar porque había visto a su padre muerto en un cajón.Lo habían matado, me dijo la madre.Ese niño aprendió lo que es la violencia antes de aprender a leer.Toda una marca.La madre lo cuenta sin espanto, con la naturalidad de quien es un sobreviviente.Quizás es parte de esa supervivencia, perder el asombro ante la violencia y pensar en cómo seguir, como sea, pero seguir. Y todo ello determina una cosmovisión inentendible para quienes tenemos una vida organizada en rutinas y certezas.Ese niño antes de escuchar, desde la voz de su madre, un cuento de fantasía descubrió la tragedia.


En Argentina, hay 12.237.325 niños y niñas entre 0 y 17 años. Casi 5 millones son pobres (el 40,9%) y 1.700.000 (14,3%) son indigentes. La desigualdad es tan grande que la mortalidad infantil nacional es de 12,9 menores de un año fallecidos cada 1.000 nacidos vivos, pero en Formosa es de 24,2, comparable a la de Cabo Verde (25), Turquía (24) u Honduras (23). Un bebé formoseño tiene más probabilidades de morir que si hubiera nacido en el territorio Palestino ocupado (20).(Críticadigital.com)


Ante semejantes cifras:¿Cómo nos permitimos seguir mantendiendo el discurso de "mano dura" y de la disminución de la edad para la imputabilidad en los niños cuando las cifras hablan de tanta desigualdad e indiferencia?.¿Porqué la pobreza y sus estragos se ha convertido en un espectáculo para sólo ser visto por Tv en programas que no hace más que reproducir los estigmas de la miseria?.¿Porqué los medios de comunicación instalan la idea de que esos menores deben ser "limpiados"?.

Nos jactamos de ser transgresores desde lo más mínimo, como lo son las leyes de tránsito, y nos jactamos, tal vez, porque la impunidad se sostiene desde la clase política que ostenta su poder para robar sin ser juzgada, entonces,pedimos mano dura para quienes roban para sobrevivir ,y que son producto de dicha clase política,pero no salimos a la calle para exigir cárcel a los corruptos.

Durante la "gran fiesta menemista" en la que quisimos comprar el discurso del primer mundo fue cuando el narcotráfico se instaló para quedarse,¿nadie es responsable de ello? o seguiremos insistiendo en que se "Vayan todos" cuando nos convenga y entonces este país se transformará en una isla desierta porque no se salva nadie, si hacemos autocrítica.

¿Qué diferencias hay entre ese anciano y ese niño, que antes mencionaba, muchas circunstancias vividas además de los años, pero se me ocurre una semejanza fundamental: ambos son seres humanos valiosos, vivan donde vivan.

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