Visitando Plaza pública encontré el siguiente informe sobre el trabajo esclavo al que son sometidos personas como “Basilia y su esposo, Pedro, tenían un pequeño comercio en Bolivia, cerca de Tarija, que iba mal. Por eso, cuando les llegó un ofrecimiento para trasladarse a Buenos Aires y trabajar en un taller textil, aceptaron y se prepararon para viajar con su hija de 18 meses. Les pagarían por prenda y les brindarían casa y comida.
El señor que los contrataba les adelantó dinero para contactarse con un taxista que los llevó hasta un monte donde los estaba esperando un guía que los condujo hasta un pueblo cuyo nombre no recuerdan pero que les dijeron que ya era la Argentina. Al día siguiente, el guía los trasladó hasta Salta y les sacó los pasajes hasta Buenos Aires. Cuando llegaron a la Ciudad los esperaba la hermana de quien los había contratado quien los llevó directamente al taller donde trabajarían. Les dieron la cena y les dijeron que debían comenzar a trabajar hasta la una de la madrugada.
En el taller había 18 trabajadores adultos y 13 niños. En una de las esquinas y, apenas protegido por una mampara, les colocaron un catre para ellos y su hija. La jornada laboral comenzaba a las 8 de la mañana y se extendía hasta la 1 de la madrugada siguiente. (...) Habían convenido que les pagarían $ 1,50 por prenda.
El primer mes Basilia y Pedro cobraron $ 250 cada uno. El segundo mes, el patrón no les pagó: les dio sólo $ 25 a cada uno por semana, a cuenta, y diciéndoles que retenía el dinero por el precio del pasaje y del alojamiento. Además del trabajo de costura, debían realizar la limpieza de todo el local los fines de semana con los elementos de limpieza que adquirían con el dinero a cuenta. Cuando Pedro reclamó el dinero que se les adeudaba, el patrón y su esposa lo golpearon. Entonces, decidieron fugarse y buscar ayuda en la asamblea barrial para contactarse con el programa de asistencia a la víctima de la Organización Internacional para las Migraciones ”.
El señor que los contrataba les adelantó dinero para contactarse con un taxista que los llevó hasta un monte donde los estaba esperando un guía que los condujo hasta un pueblo cuyo nombre no recuerdan pero que les dijeron que ya era la Argentina. Al día siguiente, el guía los trasladó hasta Salta y les sacó los pasajes hasta Buenos Aires. Cuando llegaron a la Ciudad los esperaba la hermana de quien los había contratado quien los llevó directamente al taller donde trabajarían. Les dieron la cena y les dijeron que debían comenzar a trabajar hasta la una de la madrugada.
En el taller había 18 trabajadores adultos y 13 niños. En una de las esquinas y, apenas protegido por una mampara, les colocaron un catre para ellos y su hija. La jornada laboral comenzaba a las 8 de la mañana y se extendía hasta la 1 de la madrugada siguiente. (...) Habían convenido que les pagarían $ 1,50 por prenda.
El primer mes Basilia y Pedro cobraron $ 250 cada uno. El segundo mes, el patrón no les pagó: les dio sólo $ 25 a cada uno por semana, a cuenta, y diciéndoles que retenía el dinero por el precio del pasaje y del alojamiento. Además del trabajo de costura, debían realizar la limpieza de todo el local los fines de semana con los elementos de limpieza que adquirían con el dinero a cuenta. Cuando Pedro reclamó el dinero que se les adeudaba, el patrón y su esposa lo golpearon. Entonces, decidieron fugarse y buscar ayuda en la asamblea barrial para contactarse con el programa de asistencia a la víctima de la Organización Internacional para las Migraciones ”.
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2 comentarios:
Es indignante...Como se puede ser tan HIJO DE PUTA???
Si fueramos un pueblo inteligente deberiamos hacerle un terrible BOICOT a esas marcas para que se fundan y desaparezcan.
Pero esto es Argentina, país en que nadie va preso...
cienfuegos:
sí la justicia no funciona en este país menos podemos esperar de los organismos de control del estado que se convierten en cómplices del negocio!
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