Daniel Krichman me invitó a escribir sobre la forma de abordar un libro.Su idea es mostrar algunas pistas metodológicas desde la experiencia singular de cada lector.Los invito a visitar Red aprender&cambiar donde podrán encontrar más reflexiones sobre este tema y un valioso sitio sobre educación y tecnología.El siguiente texto es lo que escribí cuando Daniel me invitó a pensar sobre ello:
Abro un libro y lo dejo que me cuente y que me arrastre envuelta en preguntas cuando se trata de literatura; me olvido del mundo en el que vivo y entro en otro. Cuando eso sucede y es una lectura placentera que me hipnotiza, me dejo llevar hacia el disfrute pero no puedo evitar la mirada de reojo, es decir, esa mirada que trata de escudriñar - casi sin proponérmelo- el modo en que el autor construyó la frase, el argumento, o la sorpresa del final. A pesar del placer no es una lectura inocente porque siempre está mi curiosidad presente sobre las palabras y la escritura.
En cambio, cuando se trata de libros que debo estudiar acudo a las marcas que hago en lápiz y tomo notas tratando de hilvanar ideas en un borrador. Cuando escribo una reseña sobre un libro selecciono las citas y anoto las impresiones que me va causando la lectura de modo que, al momento de escribir, articulo los dos puntos de vista.
En los dos tipos de lecturas va surgiendo el hipertexto, es decir, siempre hay algo que me remite a una lectura anterior y mi cabeza lo relaciona o me genera una pregunta que intentaré responder en el momento o quedará pendiente.
Con respecto a la literatura hay libros que leí varias veces y en los que me resistí a memorizar alguna parte o la idea del argumento, sólo me queda el recuerdo de que me gustó mucho y eso invita a una nueva lectura. Me pasó con libros de Kundera, Cortázar ,Walt Whitman, Oliverio Girondo, Herman Hesse, Antonio Dal Massetto, entre otros.
La lectura me inició, desde niña, en la aventura del descubrimiento, recuerdo que leía desde revistas para adultos, fotonovelas, historietas y libros que sacaba de la biblioteca escolar o que me compraba mi madre. Si bien ella incentivaba mi gusto por la escuela, le asustaba un poco que pasara mis horas adolescentes leyendo, en vez de estar paseando con mis amigas, mientras que para mí era mucho más divertido leer: en los libros había descubierto la libertad. Creo que en momentos de desconcierto fue la lectura mi mejor aliada, es por ello, que a los libros les debo mucho.
En cambio, cuando se trata de libros que debo estudiar acudo a las marcas que hago en lápiz y tomo notas tratando de hilvanar ideas en un borrador. Cuando escribo una reseña sobre un libro selecciono las citas y anoto las impresiones que me va causando la lectura de modo que, al momento de escribir, articulo los dos puntos de vista.
En los dos tipos de lecturas va surgiendo el hipertexto, es decir, siempre hay algo que me remite a una lectura anterior y mi cabeza lo relaciona o me genera una pregunta que intentaré responder en el momento o quedará pendiente.
Con respecto a la literatura hay libros que leí varias veces y en los que me resistí a memorizar alguna parte o la idea del argumento, sólo me queda el recuerdo de que me gustó mucho y eso invita a una nueva lectura. Me pasó con libros de Kundera, Cortázar ,Walt Whitman, Oliverio Girondo, Herman Hesse, Antonio Dal Massetto, entre otros.
La lectura me inició, desde niña, en la aventura del descubrimiento, recuerdo que leía desde revistas para adultos, fotonovelas, historietas y libros que sacaba de la biblioteca escolar o que me compraba mi madre. Si bien ella incentivaba mi gusto por la escuela, le asustaba un poco que pasara mis horas adolescentes leyendo, en vez de estar paseando con mis amigas, mientras que para mí era mucho más divertido leer: en los libros había descubierto la libertad. Creo que en momentos de desconcierto fue la lectura mi mejor aliada, es por ello, que a los libros les debo mucho.
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