Un diccionario con 1.300 neologismos surgidos de los medios gráficos de comunicación y que luego formaron parte del habla cotidiana de la gente fue elaborado por lingüistas de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) para reflejar las nuevas formas del lenguaje.
El estudio, elaborado sobre la base de publicaciones en medios escritos realizados entre los años 2003 y 2005, permite también trazar un panorama acerca de cómo afectaron a la sociedad argentina los cambios ocurridos desde el punto de vista político, económico y tecnológico en esos años, opinaron los autores del estudio.
El estudio, elaborado sobre la base de publicaciones en medios escritos realizados entre los años 2003 y 2005, permite también trazar un panorama acerca de cómo afectaron a la sociedad argentina los cambios ocurridos desde el punto de vista político, económico y tecnológico en esos años, opinaron los autores del estudio.
“La prensa es una constante generadora de palabras nuevas y, a su vez, toma del lenguaje coloquial algunas palabras y las recicla dándoles otro significado”, dijo Andreína Adelstein, investigadora del Conicet y profesora de Ciencias del Lenguaje de la UNGS.
Adelstein, quien formó parte del equipo de investigadores, resaltó que “los neologismos en la prensa aparecen en gran cantidad cuando hay contextos sociales bastante complejos, como por ejemplo en la Argentina de la crisis del 2001-2002 y, en los últimos meses, con el conflicto del campo”.
“Las palabras «corralito» o «blindaje» son un buen ejemplo de términos que tomó la prensa y les dio otro significado del que realmente tienen”, dijo Adelstein, quien destacó que luego esas palabras se incorporaron al habla cotidiana.
En relación al conflicto con el campo, Adelstein consideró interesante como redefinió la prensa desde el punto de vista lingüístico las palabras “golpismo”, “nepotismo”, “dialoguista” o “tractorazo”, entre otras, y la forma en que las utilizó asignándole otros significados.
“La temática de los derechos humanos también fue un generador de neologismos, como por ejemplo cuando se habla de «Madres» (sin necesidad de aclarar que son las de Plaza de Mayo) o con el término «desaparecido»", que todos los argentinos ya tienen incorporado como la persona que fue secuestrada durante la dictadura, explicó Adelstein, para quien los neologismos no son peyorativos ni una deformación del lenguaje.
El trabajo —efectuado sobre la base de palabras publicadas en los diarios Clarín, La Nación y Página/12 y algunos matutinos del interior del país— se agrupa bajo distintos campos: informática, economía, música, política y derechos humanos.
“Nuestra intención no fue efectuar un estudio lingüístico de los medios, sino hacer un registro de palabras que se detectan como nuevas en la prensa”, dijo Adelstein, quien precisó que “algunos neologismos son efímeros y caen a los pocos meses mientras que otros se preservan en el tiempo”.
En este sentido apuntó que los neologismos “cuando se preservan en el tiempo se incorporan al habla cotidiana, se los registra como una palabra testigo y son emblemáticos de una época porque denominan fenómenos sociales, objetos o productos culturales, como por ejemplo «ir de shopping»“”.
Adelstein destacó que en el relevamiento sólo se incluyó a la prensa gráfica y no a otras fuentes de información como los blogs “porque es un lenguaje muy inestable y los datos que se obtienen no son fiables”.
Esta es la primera vez que desde una Universidad se realiza un estudio lingüístico de la palabras nuevas aparecidas en la prensa y se las registra en un diccionario. Para realizar este trabajo “se debió definir con precisión qué es un neologismo, al tiempo que se creó un equipo de trabajo para detectar las palabras e incorporarlas a una base de datos”, dijo la investigadora.
El trabajo se realizó en el marco del proyecto “La neología en la prensa escrita argentina”, que dirige Adelstein, para lo cual se creó en el 2003 un Observatorio de la Neología.
Este proyecto está asociado al programa internacional “Antenas Neológicas”, financiado por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, España. (Télam)
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