Por Victoria Dellara
Luciano Corvalan, Lauro Campos para todos, es director de teatro y autor de varias obras y relatos. Además, ha presentado varios libros de cuentos. En sus 47 años de carrera ha transitado por diferentes oficios: actor, creador de obras, abogado y, en la actualidad, divide su tiempo entre el Juzgado de Menores de la Segunda Nominación de Rosario y la dirección de dramaturgias.
Lauro es un director único. Entre sus alocados y brillantes sueños existía el de realizar una obra en base al texto "Testigo de cargo” de la escritora inglesa Agatha Christie. Luego de varios llamados telefónicos y de una etapa de aprobación, Campos se convirtió en el único escritor en el mundo de crear una adaptación de los libros de la famosa literata. “Ellos se quedaron con el formato teatral hecho por mi. A partir de darme lo derechos para realizarla, nos pusimos a trabajar. La idea era que permaneciera 2 meses en cartelera y se quedó varios más".
Campos inició su carrera actoral durante sus estudios secundarios en el Nacional nº1, bajo la tutela de Chichita Lionch. Carmelina de Castellano fue quien lo llevó al teatro independiente. “A Carmelina le voy a agradecer de por vida haberme llevado al mundo de lo independiente”. A los 19 años se lanzó a su carrera como director en la sala Martín Fierro con la obra “El Carnaval del Diablo” de Juan Ponferrada. “Creé un grupo llamado Gente rosarina de teatro en el que conocía a mi mujer. La historia transcurría en Catamarca en los carnavales. Lauro Campos existe porque existe Emmy Reydó”.
Está al frente de un equipo de trabajo que no siempre permanece junto por necesidades del elenco. "Cuando elijo la pieza que voy a dirigir, voy mirando a quiénes pueden representarla. El artista debe ser ambiguo, provocador, libre. No tiene porque ser todo serio, pero a la vez saber entretener a un pueblo que está sufriendo”.
Lauro asegura que siempre ha desechado la catarsis del teatro, porque ha podido ver lo mal que le puede hacer al actor entregarse a ser un personaje. “nos hemos dedicado toda la vida a estudiar los métodos que han utilizado los ingleses para actuar”. Es por ello que entre sus referentes se encuentran Anthony Hopkins y de Argentina Inda Ledezma y Alfredo Alcón, María Rosa Gallo y Norma Aleandro. “Ellos son verdaderos artistas para mí, porque los veo actuar y resolver situaciones y me doy cuenta que allí esta la verdad: mentir bien. Lo pueden decir que como si les perteneciera sin que en verdad ello sean esas personas", analizó.
Aun cuando la comisión de Argentores en Rosario parece haberse disuelto, Lauro sigue trabajando para lograra que el teatro de nuestra ciudad sea conocido en el interior y en capital, pero sobre todo en las provincias. “Me parece que el interior llegue a ser conocido no solamente en Buenos Aires, sino también por los pares. Nosotros mismos, durante mucho tiempo fuimos y somos desconocidos. Esa fue siempre la intención de la Cocina de los dramaturgo, el cual organice y logré que se hiciera un libro”.
Sus días se dividen entre las tablas y el juzgado. En su puesto de juez de menores de la Segunda Nominación de Rosario Lauro siempre ha intentado lograr que los institutos estén cada día mejor, aun cuando nunca llegan a estar como uno quisiera. “A mi me ha servido esta coyuntura y vocación profunda por la niñez abandonada y en conflicto con la ley para, de vez en cuando. Realizar alguna obra social que tenga resonancia. No he querido trabajar con temas de tipo jurídico socia, porque me interesa que la gente se entretenga”, comentó.
Durante estos días está intentando sobrellevar una lesión que tiene en la rodilla. Aprovecha el tiempo para reflexionar sobre la temporada de "Testigo de cargo” en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y prepara el guión para su próximo proyecto.
“Mi intención era producir una nueva pieza inglesa, pero un poco por el problema de la pierna y otro poco por conflictos de laburo, decidí tomarme este año para hacer ensayos y laboratorios con esa obra”, comentó Lauro.
Cuando se toma un momento para reflexionar asegura: “Sólo me queda ser feliz. Cuando se pasa los 60 no siempre la cosa es fácil. Me gustaría tener energía y poder laburar de una manera más tranquila. Durante 46 años he trabajado ininterrumpidamente haciendo entre 5 y 6 montajes en el año”. Quizás el miedo que tenía antes a ser olvidado ya no perturba sus pensamientos. "La gente cuando quiere olvidarte te olvida. No es mi caso, pero es cierto”, parafrasea.
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