Por Lucrecia Cartabia
“Corre sobre las llanuras, selvas y montañas, un infinito viento generoso.
En una inmensa e invisible bolsa va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El grito, el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento.
Pero a veces la carga es colosal, y termina por romper los costados de la alforja infinita.
Entonces, el Viento deja caer sobre la tierra, a través de la brecha abierta, la hilacha de una melodía, el ay de una copla, la breve gracia de un silbido, un refrán, un pedazo de corazón escondido en la curva de una vidalita, la punta de flecha de un adiós bagualero.
Y el viento pasa, y se va. Y quedan sobre los pastos las "yapitas" caídas en su viaje.
Esas "yapitas", cuentas de un rosario lírico, soportan el tiempo, el olvido, las tempestades. Según su condición o calidad, se desmenuzan, se quiebran y se pierden. Otras, permanecen intactas. Otras se enriquecen, como si el tiempo y el olvido - la alquimia cósmica - les hicieran alcanzar una condición de joya milagrosa.
Pero llega un momento en que son halladas estas "yapitas" del alma de los pueblos. Alguien las encuentra un día.
Quién las encuentra?
Pues los muchachos que andan por los campos, por el valle soleado, por los senderos de la selva en la siesta, por los duros caminos de la sierra, o junto a los arroyos, o junto a los fogones. Las encuentran los hombres del oscuro destino, los brazos zafreros, los héroes del socavón, el arriero que despedaza su grito en los abismos, el juglar desvelado y sin sosiego.
Las encuentran las guitarras después de vencido el dolor, meditación y silencio transformados en dignidad sonora.
Las encuentran las flautas indias, las que esparcieron por el Ande las cenizas de tantos yaravíes.
Y con el tiempo, changos y hombres, y pájaros y guitarras, elevan sus voces en la noche argentina, o en las claras mañanas, o en las tardes pensativas, devolviéndole al Viento las hilachitas del canto perdido.
Por eso hay que hacerse amigo, muy amigo del Viento. Hay que escucharlo. Hay que entenderlo. Hay que amarlo. Y seguirlo. Y soñarlo.
Aquel que sea capaz de entender el leguaje y el rumbo del Viento, de comprender su voz y su destino, hallará siempre el rumbo, alcanzará la copla, penetrará en el Canto”.
Atahualpa Yupanqui
(prólogo de: "El canto del viento")
Atahualpa Yupanqui es el mayor referente de la música folklórica argentina. Compositor, guitarrista, cantante y escritor, ha dejado una obra cuyo conocimiento es esencial para acercarse al paisaje musical argentino, así como a sus costumbres, su entonación y su memoria.
Profundo conocedor del interior de la Argentina, así como también hombre de amplia cultura universal, supo abordar tanto los temas simples de la sufrida vida rural, como adentrarse en los enigmas e interrogantes que plantea el universo. Y sin salirse nunca de las sencillas formas de la copla y de la canción popular.
El Canto del Viento, recuerdos de infancia y juventud, evocación de distintas provincias argentinas, sus personajes y músicos, sobresale en su trabajo literario inspirando la creación del programa radial que, desde hace once años y con tres nominaciones al Martín Fierro, conduce Marcelo Nocetti y que desde el domingo 2 de Abril comenzará a transmitirse por Radio Universidad 107.1, desde las 10 de la mañana. Los invitamos a escucharlo, mientras tanto, un adelanto de la mejor música folclórica...
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