jueves, enero 11, 2007

Recordando a Gabriela Mistral

Ayer se cumplieron 50 años de la muerte de la poetisa chilena Gabriela Mistral quien fuera la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura.Creo que la mejor forma de recordarla es volver a leerla:

EL MAR


-Mentaste, Gabriela, el Mar
que no se aprende sin verlo
y esto de no saber de él
y oírmelo sólo en cuento,
esto, mama, ya duraba
no sé contar cuánto tiempo.
Y así de golpe y porrazo,
él, en brujo marrullero,
cuando ya ni hablábamos de él,
apareció en loco suelto.

Y ahora va a ser el único:
Ni viñas ni olor de pueblos,
ni huertas ni araucarias,
sólo el gran aventurero.
Déjame, mama, tenderme,
para, para, que estoy viéndolo.
¡Qué cosa bruja, la mama!
y hace señas entendiendo.
Nada como ése yo he visto.
Para, mama, te lo ruego.
¿Por qué nada me dijiste
ni dices? Ay, dime, ¿es cuento?

-Nadie nos llamó de tierra
adentro: sólo éste llama.
-¡Qué de alboroto y de gritos
que haces volar las bandadas!
Calla, quédate, quedemos,
échate en la arena, mama.
Yo no te voy a estropear
la fiesta, pero oye y calla.

¡Ay, qué feo que era el polvo,
y la duna qué agraciada!

-Échate y calla, chiquito,
míralo sin dar palabra.
Óyele él habla bajito,
casi casi cuchicheo.

-Pero, ¿qué tiene, ay, qué tiene
que da gusto y que da miedo?
Dan ganas de palmotearlo
braceando de aguas adentro
y apenas abro mis brazos
me escupe la ola en el pecho.
Es porque el pícaro sabe
que yo nunca fui costero.
O es que los escupe a todos
y es Demonio. Dilo luego.

Ay, mama, no lo vi nunca
y, aunque me está dando miedo,
ahora de oírlo y verlo,
me dan ganas de quedarme
con él, a pesar del miedo,
con él, nada más, con él,
ni con gentes ni con pueblos.
Ay, no te vayas ahora,
mama, que con él no puedo.
Antes que llegue, ya escupe
con sus huiros el soberbio.

-Primero, óyelo cantar
y no te cuentes el tiempo.
Déjalo así, que él se diga
y se diga como un cuento.

Él es tantas cosas que
ataranta a niño y viejo.
Hasta es la canción de cuna
mejor que a los niños duerme.
Pero yo no me la tuve,
tú tampoco, mi pequeño.
Míralo, óyelo y verás:
sigue contando su cuento.








Con estas palabras recordaba Pablo Neruda a la gran poeta chilena, quien leyera sus primeros poemas adolescentes:

"Gabriela me dio la deslumbrante sensación de un ser que, completamente local, terrestre, chilena, tenía una mirada universal -o sea, cuanto acontecía en el mundo- y un espacio vital en su lectura y en su capacidad intelectual que, verdaderamente, fue una enseñanza y una lección para mí.

Con su regia sonrisa, sonrisa tan franca y deslumbrante como pocas he visto, ella me tendió los primeros libros de la gran novela europea, en especial ella prefería la novela inglesa de la época y la gran novela rusa, que pasó a ser, poco después, la literatura más frecuentada por los escritores de mi generación de América y de España.

Gabriela Mistral, en ese sentido, me abrió las puertas de una gran literatura que hasta ese momento era desconocida para mí".



Tags: Gabriela Mistral,Chile,poesía

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