La siguiente nota es sobre las mujeres albañilas que publicó periodismosocial.net:
~ Albañila (abeja albañila)
1. f. Insecto himenóptero que vive apareado y hace para su morada agujeros horizontales en las tapias y en los terrenos duros.
2. f. Persona laboriosa y previsora (Definición de la Real Academia Española)
La geografía imponente del suelo colorado, con paredes de todos los verdes imaginables y las majestuosas cataratas mundialmente conocidas, se vio enriquecida a partir de agosto de 2005 con hombres y mujeres de cascos amarillos que comenzaban la autoconstrucción de sus casas. Un convenio entre Cáritas y la Subsecretaría de la Vivienda de la Nación posibilitó a personas de Puerto Iguazú ser parte de un proyecto cuyo objetivo final es ya una realidad: un conglomerado habitacional. Pero el proceso implicó aprendizajes y reaprendizajes de roles y derechos. Así lo cuentan algunas y algunos de sus protagonistas:
Isabel: -Yo me siento realizada, porque me superé como persona; antes yo pensaba que no podía alzar ni un balde de agua... ahora no, vuelo por encima de los techos. A mí se me hace que vencí más de mil barreras en esta obra.
Juana: -Primero empecé con revoque grueso, después recuadro de ventanas, no es fácil, terminaciones, muchetas, también traer mezcla. Probando la fuerza física, me di cuenta de que puedo. Hay que aprender a hacer algo, ¿entendés?, porque yo decía “esto no es para mí”, pero sí, agarré la cuchara y aprendí. Lo único que no me salió fue el revoque fino, hay que tener los guantes bien buenos para fratachar. Al final, yo levanté con los oficiales que estaban conmigo dos casas, había sido fácil...”
Alberto: -¿Mujeres en la obra? Y vamos a probar, dije…
Delia: -En la obra descubrí que valgo para mucho más de lo que yo pensaba.
Luis: -La experiencia más impactante fue trabajar con mujeres, tener que cuidarse al hablar, ser más respetuoso.
Ernestina: -Me vivía cayendo (risas). Al principio el capataz me pedía ladrillos 18 y no sabía cuáles eran, pero a los 15 días ya conocía todas las clases de ladrillos que hay.
Juana: -Creímos que sólo haríamos trabajo liviano, pero nos pusimos las pilas para trabajar a la par de los hombres, y ahora puedo hacer arreglos en mi casa yo sola.
Rosa: -Trabajé como empleada doméstica y moza. Ahora aprendí a atar hierros, después me animé a la cuchara, hice revoques y las terminaciones.
El ejercer el derecho a la vivienda implicó además el acceso a servicios públicos, a educación, al fortalecimiento personal, a crear nuevas relaciones, a incentivar la participación política, la inclusión social y a lograr un espacio de arraigo e identidad. Pero no fue espontáneo, porque a la par del equipo técnico que se encargaba de la obra, un equipo social trabajaba en talleres con las personas del barrio, realizaba cursos con salida laboral e impulsaba microemprendimientos.
1. f. Insecto himenóptero que vive apareado y hace para su morada agujeros horizontales en las tapias y en los terrenos duros.
2. f. Persona laboriosa y previsora (Definición de la Real Academia Española)
La geografía imponente del suelo colorado, con paredes de todos los verdes imaginables y las majestuosas cataratas mundialmente conocidas, se vio enriquecida a partir de agosto de 2005 con hombres y mujeres de cascos amarillos que comenzaban la autoconstrucción de sus casas. Un convenio entre Cáritas y la Subsecretaría de la Vivienda de la Nación posibilitó a personas de Puerto Iguazú ser parte de un proyecto cuyo objetivo final es ya una realidad: un conglomerado habitacional. Pero el proceso implicó aprendizajes y reaprendizajes de roles y derechos. Así lo cuentan algunas y algunos de sus protagonistas:
Isabel: -Yo me siento realizada, porque me superé como persona; antes yo pensaba que no podía alzar ni un balde de agua... ahora no, vuelo por encima de los techos. A mí se me hace que vencí más de mil barreras en esta obra.
Juana: -Primero empecé con revoque grueso, después recuadro de ventanas, no es fácil, terminaciones, muchetas, también traer mezcla. Probando la fuerza física, me di cuenta de que puedo. Hay que aprender a hacer algo, ¿entendés?, porque yo decía “esto no es para mí”, pero sí, agarré la cuchara y aprendí. Lo único que no me salió fue el revoque fino, hay que tener los guantes bien buenos para fratachar. Al final, yo levanté con los oficiales que estaban conmigo dos casas, había sido fácil...”
Alberto: -¿Mujeres en la obra? Y vamos a probar, dije…
Delia: -En la obra descubrí que valgo para mucho más de lo que yo pensaba.
Luis: -La experiencia más impactante fue trabajar con mujeres, tener que cuidarse al hablar, ser más respetuoso.
Ernestina: -Me vivía cayendo (risas). Al principio el capataz me pedía ladrillos 18 y no sabía cuáles eran, pero a los 15 días ya conocía todas las clases de ladrillos que hay.
Juana: -Creímos que sólo haríamos trabajo liviano, pero nos pusimos las pilas para trabajar a la par de los hombres, y ahora puedo hacer arreglos en mi casa yo sola.
Rosa: -Trabajé como empleada doméstica y moza. Ahora aprendí a atar hierros, después me animé a la cuchara, hice revoques y las terminaciones.
El ejercer el derecho a la vivienda implicó además el acceso a servicios públicos, a educación, al fortalecimiento personal, a crear nuevas relaciones, a incentivar la participación política, la inclusión social y a lograr un espacio de arraigo e identidad. Pero no fue espontáneo, porque a la par del equipo técnico que se encargaba de la obra, un equipo social trabajaba en talleres con las personas del barrio, realizaba cursos con salida laboral e impulsaba microemprendimientos.
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1 comentario:
Me encanto la nota, es un placer saber que cada día somos mas las mujeres que no temen enfrentar nuevos desafios!!...
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