Aún luego de ser reconocido como uno de los más destacados fotógrafos del siglo, Capa solía comentar a sus amigos “Yo no soy un fotógrafo, soy un periodista".
Su verdadero nombre fue Andre Friedman, de origen judío, nació en Hungría en 1913, pero por su militancia de izquierda se tuvo que exiliarse en Alemania de 1931 a 1933, país del que huyó a causa del creciente antisemitismo. Al poco tiempo, se dirige a Estados Unidos desde donde pudo desarrollar su carrera luego de conseguir la ciudadanía americana. Su primer encargo importante fue fotografiar a León Trotsky exiliado en Copenhague, corría 1932.
En 1947, funda con Henri Cartier-Bresson y David Seymour la agencia Magnum, que impuso un nuevo tipo de relaciones entre fotógrafos y editores.
Roberto Capa fue un fotógrafo capaz de retratar magistralmente muchos de los conflictos bélicos del siglo XX. Realizó un archivo de inigualables documentos de un período de decisivos 22 años en la historia bélica mundial del siglo pasado. Marco la diferencia con su inconfundible estilo foto periodístico retratando imágenes tales como la Guerra Civil Española, La Guerra Chino Japonesa, el desembarco de los Aliados en Normadía, conocido como el día “D”.
Fue enviado a Normandía por la revista estadounidense Life. Roberto Capa, armado solo con tres cámaras tomó fotos durante dos horas mientras marchaba con las tropas americanas. Su trabajo fue recibido con ansiedad en la redacción de Inglaterra. Pero por error dañan con calor los rollos y logran recuperar solo diez fotos. Su incomparable cobertura de esta guerra comenzó aparecer regularmente para revistas tales como Vu, Ce Soir y Weekly Illustrated. Capa cubrió también los episodios que convergieron en la creación del Estado de Israel, y los conflictos en la Guerra Franco Indochina. Fue allí, mientras acompañaba a un convoy fránces en una misión para evacuar y destruir dos fuertes en el Delta del río Rojo, cuando fallece al pisar una mina antipersonal el 25 de mayo de 1954.
Su trabajo es un despliegue de arte, capacidad, profesionalismos y humanidad. Creo que podría resumir todos estos adjetivos en las palabras de unos de sus amigos, el novelista John Steinbeck, “...era capaz de mostrar el horror de todo un pueblo en el rostro de un niño”.
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