Fue una noche fría, el otoño se hizo sentir después de la lluvia. Tomé el colectivo, a medida que avanzaba en su recorrido se llenaba cargando numerosas personas hacia un lugar en común: la parroquia Natividad del Señor. Era Viernes Santo y el Via Crucis que allí se realiza cada año, congregó a toda una multitud (250.000)cargada de historias. Es la tercera vez que concurro, si bien me formé en un colegio católico hasta el secundario, al terminar me alejé porque me molestaban las imposiciones de la iglesia; clara rebeldía adolescente.
Después de cuestionar tanto a la iglesia y con el correr de los años descubrí que si buscamos excusas para no creer seguramente las encontraremos, por cierto que hay muchas razones. Desde hace ocho años volví a la iglesia acercándome a la parroquia Natividad del Señor, quería conocer al Padre Ignacio Peries. Esa curiosidad fue transformándose en la fe que es motor de mi vida.
Podemos hacer muchos cuestionamientos a los sacerdotes o religiosas, porque las instituciones están compuestas por hombres y mujeres imperfectos; más aún por este lado del mundo.
La corrupción y el amor son tan viejos como el mismo mundo pero fue un revolucionario del amor quien se atrevió a cuestionar a su época, Jesús dio testimonio con su vida.
En cada estación del Via crucis pudimos reflexionar sobre nuestras vidas y es allí donde lo importante ocurre: lo que importa es tu relación con Dios, más allá de los curas, más allá de las iglesias, más allá de la razón, para después transformar nuestras vidas desde los lugares que ocupemos, en lo cotidiano. Contrariamente a lo que muchos dicen no es una religión de resignación sino de transformación, claro que dentro del mismo catolicismo hay diferentes formas de vivir el evangelio.
Después de dos horas de caminata llegamos al final del recorrido donde hubo un palco desde donde el Padre Ignacio habló y nos bendijo luego de rezar por la paz de nuestro país, por los enfermos, por los servidores de su parroquia y, además, nos pidió que recemos para que siga siendo instrumento de Dios, por mucho tiempo más. Y por primera vez también estuvo el obispo de Rosario, José Luis Mollaghan, quien participó del cierre.
A la emoción del Padre Ignacio y sus disculpas por alguno de sus enojos continuaron las palabras que Eladia Blázquez solía cantar con “Honrar la vida” en la voz de una servidora de la parroquia . Y decía así:
Palabras del Padre Ignacio y la canción "A tu lado":
No! Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es
existir
¡Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser,
tanta
conciencia sin saber
adormecida...
Merecer la vida no es callar y
consentir,
tantas injusticias repetidas...
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!
¡No! Permanecer y transcurrir
no siempre quiere
sugerir
¡Honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad,
en nuestra tonta
humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical,
más
allá del mal, de las caídas...
Es igual que darle a la verdad,
y a
nuestra propia libertad
¡La bienvenida!...
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!
1 comentario:
gracias por compartir esta hermosa experiencia, a mi me pasó exactamente lo mismo, al terminar el secundario me alejé de la iglecia y cada intento de volver a formar parte de la comunidad cristiana se truncaba por tantas impocisiones ortodoxas y falta de adaptación a la realidad y a las necesidades que hoy vivimos y solo a travez del padre ignacio pude retomar un hermosa relación con dios. desde aca yo también doy gracias por tenerlo en nuestra ciudad a un ntrmediario de dios tan grande y maravilloso como él. candelita.
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