Por Nacho Blaconá
Un día me dijeron que para ser periodista había que ser caníbal. Que la calle era como una jungla salvaje y, para que la realidad no te devore, había que devorarla primero.
Lo peor es que esto era sólo el principio. Poco a poco me transformé en un animal feroz, sediento de noticias. Un perro cruel en busca de alimento para sobrevivir.
Bienvenidos al mundo del perro de prensa.
El perro de prensa vive ansioso, angustiado. Hay días que no concilia el sueño. Otros, siente que enloquece. Le dijeron que lo mejor era tomar ansiolíticos. Muchos.
Este medicamento lo ayudaría a tratar sus crisis y actuaría como un sedante para las noches de insomnio. Aunque para poder comprar este medicamento debía tener la receta médica.
Y él no la tenía.
¿Para qué le exigían ese requisito? ¿Acaso tiene algún riesgo, alguna contraindicación?
El sólo quería tranquilizarse y no estaba dispuesto a esperar un minuto más. Averiguó en una reconocida farmacia…
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Alprazolam para todos
Y así fue como el perro de prensa compró los ansiolíticos que quería, contento de haber encontrado una farmacia tan amable que pudiera brindarle el medicamento sin receta.
Esa noche el Perro de prensa tomó 6 pastillas de Alprazolam (total, no era peligroso) y luego salió al balcón del décimo departamento donde vivía. Desde allí contempló la ciudad. Luego se quedó dormido sobre la baranda…
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